jueves, 17 de junio de 2010

YO, SUPER YO, ELLO: La triada de la vida

A Carlos Arturo Caballero Medina.
¿El guía?, no ¿el maestro?, tampoco...
No hay palabra inventada para nuestra verdadera amistad.


"El psicoanálisis es, en realidad, lo único que ha convertido a la psicología en una ciencia"
Jürgen Habermas.
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Cuando un objeto cae, cae por gravedad; arrojado a la misma velocidad, el evento de la caída se puede volver a repetir. Pero, por ejemplo, cuando se quiere establecer las causas de la masturbación no se podría repetir sus explicaciones, que no son pocas. Bueno porque en el primer caso la caída "es", sin embargo, las causas de la masturbación "pueden ser". Así, en las ciencias sociales estamos irremediablemente limitados (casi siempre) a explicar conductas a partir de teorías: explicaciones que pueden ser.
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Pues ahora, con su permiso ensayaré una posible interpretación, a partir de la teoría psicoanalítica, sobre las conductas humanas que no es más que un punto de vista fundado sobre la sociedad.
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El control de un animal, un caballo, por una persona; el jinete, a través de las cuerdas; presenta de manera notable la metáfora casi perfecta de lo que ocurre, psicoanalíticamente hablando, en el interior de la mente humana.
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Entre los seis primeros años se constituye la triada que ha de acompañarnos toda la vida. El caballo simbolizaría el ELLO, el jinete, el YO; y las cuerdas, el SUPER YO. Es decir, el hombre nace con una naturaleza llena de instintos: el Ello, movido por el "placer". Luego descubre su existencia en el mundo: el yo, movido por la "realidad"; para terminar obedeciendo los límites de la cultura: el super yo, parametrado por la "moral".
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Un ejemplo...
Mirar un par de traseros bien puestos y, mejor aún, imaginárselo desnudo; es el placer que domina la conducta al soltar un silbido parsimonioso. Claro, ser conscientes que ese trasero está ahí, a tres metros de nosotros, es la realidad que denota distancia; para liquidar el deseo con las normas sociales (morales) que nos prohíben la posibilidad de tocarlos.
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¿Y, la sociedad?
La sociedad, a partir de las normas, entroniza el orden, el repeto, la disciplina, el control sobre los impulsos (el ello o id). Y son éstos impulsos, considerados "nefastos", los que a la vez dinamizan las conductas humanas. El ello, como recipiente de lo malo (thanatos) o de lo bueno (eros), siempre está intranquilo o turbado, esperando cualquier descuido de la conciencia para embestir la tranquilidad del yo, de la sociedad.
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La sociedad, en su inconsciencia -o conciencia-, crea mecanismos de expulsión de aquellos impulsos. Desde luego que sublimados o maquillados de beneficiosos, se expresan en actividades comunes y corrientes. Una de esas normalidades es la diversión, es el deporte, el baile, la música. Aún para un calendario anual, la sociedad nos dice: "expulsen sus deseos, su ello, porque estamos en febrero; estamos, en año nuevo; estamos en la fiesta nacional..." Pero, sus excesos pueden traer consecuencias fatales (como cuando el jinete pierde las cuerdas para controlar al caballo).
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Así, entonces, puede ocurrir que una pareja de amigos consuma bebidas alcohólicas para vencer las barreras sociales de la formalidad que nos distancia. Claro, fácil es darnos cuenta que la gente consume tales bebidas para acercarse los unos a los otros.
Y, puede ocurrir que se llegue a un momento en el que ya no se tenga control sobre los impulsos; y el caballo termine por dominar al jinete, cuando éste haya perdido las cuerdas; venciendo a la moral para despertar en un hotel...
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Por consiguiente, las celebraciones sociales son manifestaciones "libidinales" de un inconsciente que reclama ser escuchado, atendido; porque de lo contrario se corre el no pequeño riesgo de ser "atacado por la espalda", en forma de tensiones, nerviosismo: neurosis.
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Freud, a muchos años de su teoria, no se equivocó al decir que el hombre, lejos de pedir la paz, necesita la presencia periódica de conflictos bélicos para mantener vigente aquella fuerza que nos dinamiza, nos dirige, nos domina: el ello.
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Así, la destrucción o la relación sexual -en el ejemplo de la pareja de amigos- sería el triunfo del ello sobre el super yo, sobre la "moral". Desde luego que cuando un jinete no tiene el control del caballo con las cuerdas, es evidente que el animal hará lo que quiera con el jinete. El instinto arremeterá con toda su fuerza sobre la realidad de la misma forma en que una bola de nieve se arma en la cima de la montaña para destruir, en su caída, la tranquilidad de una comunidad...
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¿Qué es el Ello?
Siguiendo la explicación darwiniana sobre la aparición del hombre (que descendemos de los animales inferiores), Freud enfatiza un lado del cual el hombre no tiene una idea de pertenencia consciente, un territorio de su mente que no es de fácil control. A este nivel se lo denomina el INCONSCIENTE que, básicamente, su contenido es libidinoso, es decir, de deseos o impulsos: el ello.
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Para concluir diremos, a la manera de Slavoj Žižek, que Freud desarrolló las tres humillaciones sucesivas sufridas por el hombre, las tres "heridas narcisistas": Primero, Copérnico demostró que la Tierra gira alrededor del sol, con lo que nos privó a los humanos de un lugar central en el universo. Luego Darwin demostró que venimos de una evolución ciega y nos destronó de nuestro lugar de honor entre los seres vivos. Finalmente, Freud develó el rol predominante del inconsciente en los procesos psíquicos, resultó que nuestro yo ni siquiera mandaba en su propia casa...