domingo, 24 de octubre de 2010

Risa o tragedia: Los traumas exigen equilibrios.

Para Marco Antonio Ccaso Huamaní 
con admiración y respeto. Valió la espera...

“¿Cómo anda usted?”, preguntó el ciego al paralítico.
“Como usted ve”, respondió el paralítico al ciego.
Sigmund Freud
(El chiste y su relación con el inconsciente. Obras Completas I)


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Hace tres o cuatro meses tuve una desavenencia que para el momento, muy acalorado, lo admito; no precisaba de una reflexión. Aunque esto vaya en contra de mi sentir, pues los buenos escritos -pienso- están cargados de motivaciones que se suscitan en el acto, que dichas muy en lo posterior podrían disminuir la contundencia expresada. Así pues, lo pretérito debe ser lo más cercano posible a la realización de cualquier escrito.

Bueno, ahora que la situación está en calma (algo que a mi no me gusta[1]), puedo interpretar lo que en ese momento pensaba.

Emitiré algunas consideraciones que merecen cierta atención en algo que la mayoría prefiere colocar debajo de la alfombra, pero que bien vistos los asuntos son decisivos para entender cómo se articulan las conductas sociales. Y descifrar, si es posible, ¿Qué elementos se esconden detrás de la risa? o ¿Hay justificantes que amparen la broma?

En general los encuentros con “el otro” suponen una ceremonial consecución de conductas dispuestas a agradar al acompañante[2]. De manera tal que un desajuste provocaría una vulneración a eso implícitamente preceptuado y políticamente correcto.

Así, ese agrado debe ser depositario de observancias y transgresiones que marquen la fluidez de la interacción: El saludo y la cortesía como la observancia requerida y el chiste y la broma como las transgresiones permitidas.

Es cierto que las bromas cierran círculos de amistad con responsabilidad. También es cierto que no muchas bromas son manifestaciones de inventiva e imaginación del dicente y que producen un deleite e inspiración en el oyente. Pero ahora quiero anotar algunas causas de aquellas otras bromas, que lejos de cerrar respeto y cordialidad, anquilosan y siembran la ponzoñosa inclinación de un inconsciente decrépito y carente de ingenio y fantasía.

Ahora bien, la convencionalidad de la broma “supone” el conocimiento del interlocutor, ligero, superficial o mínimo, pero conocimiento; porque podría acaecer que el nivel de burla no tenga una recepción halagüeña. Que lejos de ser pertinente una ocurrencia, se peligre al borde de la discriminación o, lo que es peor, LA HUMILLACIÓN.

En el grupo de “amigotes” el chiste sobre el sujeto -materia de burla- sirve para afianzar la disminución de su autoestima (para practicar un pensamiento uniforme); así el autor que verte la chanza es encumbrado, es aclamado, es venerado, es amado. Sí, por una SARTA DE INDIGENTES. De tal manera que el mensaje INCONSCIENTE del que hace una “buena broma” –con éste matiz- sería: “Aquí mando yo”, “aquí existo yo”, “ustedes están en el anonimato”, “su risa a mi favor me reclama como su pastor”. Por eso el bromista se siente “líder”, siente a su REBAÑO TRIBUTARIO DE SU FAMA. Que cualquier intento de destronarlo constituye una seria amenaza a su orden establecido.
¿Y, por qué la broma?Se la invoca, por lo general, para consolar una diferencia que consume, que agota y destruye la integridad del que no sabe, del que sólo escucha y no propone ni cuestiona (aún su propia calamidad); y como medio para eliminar esa insalvable distancia, empuja a no responder con argumentos o ideas la propuesta emitida. La falta de contenido hace regocijar en la banalidad de su broma su vaciedad, su realidad del que se sabe perdedor que no aceptará su derrota.
Encuentra en la risa el aliado que hace dormir al rebaño, que mientras más contundente sea la broma, más adeptos danzarán a un estilo la jocosidad proliferada. Y esa danza será uniformizada con sonidos reclamados como igualdades. PORQUE LA RISA COMPARTIDA GENERA UNA IGUALDAD QUE ELIMINA LA JERARQUÍA QUE IMPUSO "EL QUE SABE".
Como el “otro” -EL QUE SABE- exhibe más destreza o competencia en lo suyo, se va alejando del grupo con sus diferencias; Así, lo único que queda es atraparlo para que no salga del troquel. Y lo mejor es la chacota que nos hace iguales, nos hace ignorantes de lo que en el fondo se esconde. Y, si trae consigo la vejación y la vergüenza del burlado, mejor.

Y no conviene saber lo escondido porque significaría el fin de su constitución como sujeto. Saberse vulnerado, descubierto en la repetición que su pensamiento engendra.

Entonces, el repetir, aún los mecanismos de ofensa, lo hacen marioneta u objeto pensado por el sistema que no quiere ser cuestionado o investigado. Y en esa línea, la ineptitud es su mejor aliado y su broma, el ropaje que escabulle su nauseabunda constitución.

Finalmente. La humillación mediante la broma disfraza el trauma psicológico del que la profiere. Su risa es el equilibrio momentáneo que lo salva de su inesperado colapso. Pero él no lo sabe y puede morir sin saberlo. Lo cierto es que pasó un momento conflictivo, pero ese MECANISMO DE DEFENSA se repetirá de manera inconsciente. Siempre volverá como un boomerang que retorna al punto de partida (mientras más negado sea, más actuante y gozoso estará).

LO MALO NO ES QUE EXISTA, SINO QUE SE NIEGUE Y SE PROCLAME UNA SUPUESTA SANIDAD QUE NO SE TIENE. Lo mejor es reconocer que existe y que somos tenedores de eso arcaico y primitivo; y aprender a convivir con ello.

Por de pronto el que se dio cuenta del problema[3] escribió éstas líneas.
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[1] Claro, pues la calma no incita producción de ningún tipo, al menos como lo concibo; la calma trae acuerdos que reconcilian diferencias. Así, éstas, las diferencias, se anulan, desaparecen. La creatividad se esconde, se apaga, muere. [2] La mayoría de la sociedad está dispuesta a enfrentar una lucha por el agrado al “otro”. Conquistar al otro lo satisface, lo llena: Mayores adeptos producen seguridad y si no piensan, mejor. Y, si la relación es laboral, la jerarquía se sabrosea.[3] Pues los problemas deben ser discutidos y repensados, aunque pasen entre los que dicen ser amigos. Precisamente, ellos deben ser los primeros en exponerlos.